Se nos ha enseñado a admirar lo grande, pero no a descubrir la belleza de lo pequeño o la
sabiduría que se esconde en lo simple y ordinario. Hemos aprendido a escuchar la voz de
la autoridad en la exaltación de los sermones, en el brillo de los discursos o en el
entusiasmo vociferante de las arengas; pero si queremos criar seres capaces de escuchar
algún día esa “pequeña voz” a través de la cual la divinidad le habló a Elías, más vale que
comencemos por escuchar a los niños.
Creo que en medio del derrumbe de la civilización que hemos conocido, les está sirviendo a los
niños el mayor interés que muchos adultos sienten por conocerse mejor a si mismos; pero militan
siempre contra ellos nuestra limitada capacidad de amar, nuestras muchas necesidades neuróticas
y nuestra exagerada confianza en lo que pretende ser “educación” y más tiene de adoctrinamiento
que de apoyo al desarrollo de la mente.
Es necesario que la educación vuelva a interesarse en ese aspecto profundo de la mente del que depende
el sentido de la vida y la armonía de nuestras partes interiores: eso que tradicionalmente se ha llamado
‘espíritu”, y al que la UNESCO ha querido llamar la atención señalando que no sólo interesa que
se aprenda a hacer, a aprender, y a convivir, sino que también a “ser”.
"Educación para acabar con el patriarcado" Claudio Naranjo
Siendo madre tomé la decisión de respetar profundamente a mis hijas, de escucharlas activamente, de crecer con ellas...
En la apertura y la honestidad absolutas que mis hijas me dan, se mira sin miedo la niña que
La infancia es el asentarse en este mundo, es "tomar tierra" en el propio cuerpo , para ello los niños necesitan a los padres presentes,conscientes del "milagro" que viven, que les den las condiciones para SER LO que HAN VENIDO a SER, que les den ese espacio de respeto donde se desarrollen y se muevan LIBREMENTE. El campo de posibilidades de los niños es tan diverso como ellos mismos, dejemos que esa diversidad se encarne en sus cuerpos y se materialice en el mundo. Es lo más importante que podemos hacer por ellos y por nosotros.
En el juego libre la expresión es propia, el acto de jugar no es para otros, no es competitiva, se explica en sí misma y se vive con intensidad.
Me encanta observar a mis niñas en su juego libre: a menudo la entrada de casa se convierte en su "casa de Inglaterra". Las dos acarrean por el pasillo cojines, sillas, alfombras, mantas,...Todo lo que pueden, se lo llevan como hormiguitas y se construyen un espacio funcional, donde pueden seguir desarrollando el juego con sus reglas. El regalo más amoroso que les doy consiste en dejarles hacer, sin intervenir.
Por supuesto que las reglas básicas se siguen manteniendo: no hacerse daño y no coger para jugar cosas que se puedan romper fácilmente o que son para nosotros importantes.
Qué buen espejo son los hijos, en las mias veo reflejados mis
Los juegos educativos, los juegos dirigidos, también están muy bien, respetando su iniciativa y dirigiendo su motivación se alcanzan objetivos muy intersantes: investigan, relacionan y estructuran conocimientos y aprenden a utilizar herramientas, pero eso digamos... que es educar habilidades , el niño se situa en un rol de estudiante-alumno racional.
Con el juego libre juega desde su esencia, con toda su fuerza y totalidad... a SER ,con todas las posibilidades abiertas, verdaderamente HUMANOS.
Os comparto una ponencia del Primer Congreso ""Aprendemos todos" del 2012, en el que Thurit Armbruster, maestra de infantil, explica y defiende el juego libre.
Y también la intervención de Claudio Naranjo en Redes.